LEONARDO RIVADENEIRA
Sorprende
cuando aparecen noticias sobre determinadas obras de artistas visuales que en
el deseo de convertirse en famosos por un tiempo plantean obras de todo tipo,
por ejemplo: en 1917 Marcel Duchamp presenta el urinario o la fuente con la
firma "R. Mutt". “Mierda de artista” expuesta en Italia en 1961 por
el artista Piero Manzoni. "Comediante" del artista italiano Maurizio
Cattelan realizada en 2019 que consiste en una banana pegada con una cinta en
la pared. Como estas propuestas hay miles en el mundo occidental, quizás es una
manera de protestar conceptualmente sobre lo que se aprecia como arte, mejor si
eso genera fama y beneficio económico, más a las grandes galerías que al
artista.
Estos 3 ejemplos
dan cuenta que, desde hace más de un siglo hay artistas que se dedican a
experimentar con objetos ya creados, la novedad su replanteamiento como una
propuesta filosófica, que genera sorpresa y permite que muchos tratadistas o
docentes tengan argumentos para plantear en sus charlas didácticas lo que es el
arte contemporáneo conceptual.
En nuestro país prolifera el conceptualismo tanto en profesores de la academia, curadores que influyen sobre los estudiantes y creen que van por buen camino, eso está por verse es muy prematuro decantarlo
Violeta
Orozco Barrera autora de la obra “Arte contemporáneo, arte deshumanizado” se pregunta e inquiere ¿Qué ha pasado con nosotros para que seamos capaces de endiosar a los
objetos a tal punto que les llamemos arte?
Son largas
las discusiones a favor y en contra de especialistas en arte al respecto,
sin embargo, en el hipotético caso de que ocurriera un flagelo en cualquier
museo del mundo, en este caso transportémonos a Guayaquil, que obras salvarían
de los museos de la ciudad, las de tendencias conceptualistas o las tradicionales
de artistas como Guayasamín, Rendón, Palacio, Moré, Tábara, Villafuerte, Aráuz,
Ricaurte y más.
La
respuesta la tiene el lector, y puede que aprecié y respete el arte conceptual,
pero, es probable que se decida por lo que entienda solo al ver la obra, y no
por una obra llena de conceptos.
Esas dilucidaciones no tienen punto de
comparación en el mundo universal del arte, si a usted le dan la oportunidad de
salvar una obra de Leonardo Da Vinci, Velásquez o de arte conceptual, sabemos
que obra escogería no importa que sea erudito y gran apreciador del arte contemporáneo.